domingo, 20 de abril de 2014

CONCEPTO DE PASTORAL JUVENIL


La expresión Pastoral Juvenil se utiliza comúnmente para referirse a distintos contenidos y realidades. Algunas veces, distinguen al proceso mismo de educación en la fe que realiza la iglesia para la evangelización de los jóvenes; otras, se aplica al conjunto de jóvenes integrados en esos procesos y otras, señala el conjunto de estructuras y organismos que, en los diferentes niveles, hacen posible este proceso pastoral. Tal diversidad muestra las variadas perspectivas desde donde se puede abordar el esfuerzo evangelizador que realiza la iglesia en el mundo juvenil. Aunque complementarias, son por lo tanto, necesariamente incompletas.

 La Pastoral Juvenil es la acción organizada de la Iglesia para acompañar a los jóvenes a descubrir, seguir y comprometerse con Jesucristo y su mensaje para que, transformados en hombres nuevos, e integrando su fe y su vida, se conviertan en protagonistas de la construcción de la Civilización del Amor.

Esta acción evangelizadora de la iglesia con los jóvenes ha tenido diversas concreciones históricas. Las experiencias realizadas en el continente en los últimos años, han configurado un modelo de pastoral Juvenil Latinoamericana que aquí se describe muy brevemente y cuyas características peculiares se desarrollan luego al analizar más detenidamente las opciones pedagógicas y metodológicas.
“Evangelizar no es para nadie un acto individual y aislado, sino un acto profundamente eclesial”. La evangelización de los jóvenes es pues, un desafió para toda la iglesia. No puede considerarse sólo como una cosa de los jóvenes. Toda ella se compromete para que, con su apoyo y orientación, los jóvenes puedan crecer y desarrollarse como personas; pueden conocer a Jesús, aceptarlo, seguirlo e integrarse en la comunidad eclesial y puedan ser promotores  y gestores del cambio en América Latina. Es una apuesta para que, desde ellos y con ellos se puedan ir construyendo la Civilización del Amor.
Así la Pastoral Juvenil es la expresión concreta de la misión pastoral de la comunidad eclesial en relación a la evangelización de los jóvenes, que será también  buena noticia para la iglesia y propuesta de transformación  para las personas  y para la sociedad.

CARACTERÍSTICAS DE LA PASTORAL JUVENIL

Como propuesta e invitación, la evangelización no puede estar al margen del momento histórico y de la situación real que vive sus destinatarios. El punto de partida de la Pastoral Juvenil es el propio joven, asumido en su realidad personal, cultura y social. La Pastoral Juvenil no inventa a los jóvenes: en el nombre de Jesús los encuentra como son y donde están. . .

La acción evangelizadora no se realiza por medio de acciones aisladas, sino a través de un proceso, es decir, de un conjunto de dinamismo que llevan al joven a abrirse, a buscar respuesta a sus inquietudes, a valorar lo que construye su persona, a madurar motivaciones personales profundas y a concretar su proyecto de vida y su opción vocacional.

Este proceso evangelizador se vive de forma participativa en pequeños en la que los jóvenes comparten fe y vida, alegría y tristezas, reflexión y acción, ilusiones y preocupaciones, la oración, la fiesta, las inquietudes, todo lo que son y quieren ser, lo que viven, lo que creen, lo que sienten, lo que esperan. Es la pequeña comunidad de Jerusalén, que reunió a los primeros  discípulos de Señor.

Este proceso, tiene un lugar privilegiado la presentación atractiva y motivadora de Jesucristo “camino, verdad y vida” (Jn. 14,6) como respuesta a sus ansias de realización personal y a su búsqueda de sentido de la vida.  En el encuentro con Jesús vivo, los jóvenes se evangelizan, es decir, descubren, viven, testimonian y anuncian su estilo de vida y aprenden a ver la realidad y los hechos de todos los hombres como hijos  y a los hombres entre sí como hermanos. En esta experiencia, encuentran el llamado a una manera de ser, de pensar, de actuar, de vivir y de amar; a un orden nuevo, a una renovada comprensión del hombre, del mundo y de la historia.

    El estilo de vida de Jesús se hace estilo de vida de los Jóvenes. Su seguimiento se convierte en un discipulado y en una misión de entrega y entrega para hacer realidad la Civilización del Amor. Es el llamado de unos jóvenes a otros jóvenes, a través del anuncio y del testimonio, para servir  a la vida; alentarla, cuidarla y respetarla; defenderla y organizarla en formas de convivencia que sean praxis de verdad,  justicia, paz y amor que hagan presente a Dios como “Padre de todos” es vivir en comunión y participación; es ir realizando la libertad integral del hombre y de la sociedad; es vivir el trabajo, el estudio, la profesión, la vida entera con vocación de servicio comunitario y solidario.

El proceso se realiza desde los jóvenes y con los jóvenes. Ellos son punto de partida y sujetos activos de su propio proceso y están llamados a ser los primeros e inmediatos evangelizadores de los otros jóvenes. Este protagonismo es el elemento fundamental de la pedagogía, de la metodología y de la organización de la Pastoral Juvenil.

Desde la pluralidad de realidades juveniles es necesario plantear una pastoral diferenciada que tenga en cuenta y responda a las diversas situaciones y actitudes de los jóvenes frente al a fe y frente a la vida. Aunque haya diversidad de acciones, habrá siempre un mismo punto de partida, la situación del joven y un mismo punto de llegada, su maduración personal, su adhesión a Jesucristo, su participación en la iglesia, su compromiso con la Civilización de la Vida.

La preocupación evangelizadora no se dirige sólo a los jóvenes que se integran a los grupos o a los que participan establemente en  comunidades u otras organizaciones eclesiales. Con sentido misionero, llega a la gran masa juvenil que no se acerca a los ambientes eclesiales y que no ha recibido todavía el anuncio liberador de Jesucristo

La comunidad eclesial acompaña a los jóvenes especialmente a través de asesores adecuadamente formados, que los quieran de verdad, que estén en actitud de escucha, comprensión y cercanía y que conozcan suficientemente las características pedagógicas y metodológicas del proceso de Pastoral Juvenil. Esta actitud pastoral liberadora, personaliza a los jóvenes y los hace responsables de su proceso y de su propia existencia.

    Para cumplir su misión, la Pastoral Juvenil se organiza de manera participativa a través de coordinadores que se dan en los diferentes niveles. A través de ellas, los jóvenes se educan en la comunión y en la participación, crecen como personas, se van integrando activamente a la vida de la iglesia, generan propuestas nuevas para la sociedad y se sienten realmente protagonistas. Estas instancias sólo pueden ser entendidas y vividas desde una actitud de correspondencia y servicio a los demás jóvenes y a los grupos.

Manteniendo la memoria histórica, recuperando sus conquistas y corrigiendo sus errores, la Pastoral Juvenil continúa profundizando su propio proceso y sistematizándolo para ofrecerlo como servicio a quienes se integran a su caminar.


Tomado de Pastoral Juvenil Coyuca.

EL PAN QUEMADO

Después de un largo y duro día en el trabajo, mi mamá puso un plato de salchichas y pan tostado muy quemado frente a mi papá.
Recuerdo estar esperando ver si alguien lo notaba.
Sin embargo, aunque mi padre lo notó, alcanzó un pan tostado, sonrió a mi madre y me preguntó cómo me había ido en la escuela.
No recuerdo lo que le contesté, pero sí recuerdo verlo untándole mantequilla y mermelada al pan tostado y comérselo todo.
Cuando me levanté de la mesa esa noche, recuerdo haber oído a mi madre pedir disculpas a mi padre por los panes tostados muy quemados.
Nunca voy a olvidar lo que le dijo: "Cariño no te preocupes, a veces me gustan los panes tostados bien quemados."
Más tarde esa noche, fui a dar el beso de las buenas noches a mi padre y le pregunté si a él le gustaban los panes tostados bien quemados.
Él me abrazó y me dijo estas reflexiones:"tu mamá tuvo un día muy duro en el trabajo, está muy cansada y además - un pan tostado un poco quemado no le hace daño a nadie".
La vida está llena de cosas imperfectas y gente imperfecta.
Aprender a aceptar los defectos y decidir celebrar cada una de las diferencias de los demás, es una de las cosas más importantes para crear una relación sana y duradera.
Un pan tostado quemado no debe romper un corazón.
La comprensión y la tolerancia es la base de cualquier buena relación.
Sé más amable de lo que tú creas necesario, porque todas las personas, en éste momento, están librando algún tipo de batalla.
Todos tenemos problemas y todos estamos aprendiendo a vivir y lo más probable es que no nos alcance la vida para aprender lo necesario.
El camino a la felicidad no es recto. Existen curvas llamadas EQUIVOCACIONES, existen semáforos llamados AMIGOS, luces de precaución llamadas FAMILIA, y todo se logra si tienes una rueda de repuesto llamada DECISIÓN, un potente motor llamado AMOR, un buen seguro llamado FE, y abundante combustible llamado PACIENCIA.

viernes, 18 de abril de 2014

CADA UNO DE NOSOTROS ES UN GRANO DE TRIGO


Podremos hacer muchas cosas o tener grandes posesiones, pero nunca debemos perder de vista que lo importante es el bien que hacemos a los demás. Ésa tiene que acabar siendo nuestra más importante y auténtica riqueza.

Dios ama al que da con alegría, y en el Evangelio escuchábamos una parábola de nuestro Señor sobre este darse. Darse significa que, como el grano de trigo, uno tiene que caer en la tierra y pudrirse para dar fruto. Es imposible darse con comodidad, es imposible darse sin que nos cueste nada. Al contrario, el entregarse verdaderamente a los demás y el ayudar a los demás siempre nos va a costar.

Vivimos en un mundo de muchas comodidades, y no sé si nosotros seríamos capaces de resistir el sufrimiento, cuando cosas tan pequeñas, tan insignificantes, a veces nos resultan tan dolorosas. La fe nos pide ser testigos de Cristo en la vida diaria, en la caridad diaria, en el esfuerzo diario, en la comprensión diaria, en la lucha diaria por ayudar a los demás, por hacer que los demás se sientan más a gusto, más tranquilos, más felices. Ahí es donde está, para todos nosotros, el modo de ser testigos de Cristo.

Tenemos que entregarnos auténticamente, entregarnos con más fidelidad, entregarnos con un corazón muy disponible a los demás. Cada uno tiene que saber cuál es el modo concreto de entregarse a los demás. ¿Cómo puedo yo entregarme a los demás? ¿Qué significa darme los demás?

Ciertamente, para todos nosotros, lo que va a significar es renunciar a nuestro egoísmo, renunciar a nuestras flojeras, renunciar a todas esas situaciones en las que podemos estar buscándonos a nosotros mismos.

Jesucristo nos dice en el Evangelio que todo aquél que se busca a sí mismo, acabará perdiéndose, porque acaba quedándose nada más con el propio egoísmo. La riqueza de la Iglesia es su capacidad de entrega, su capacidad de amor, su capacidad de vivir en caridad. Una Iglesia que viviese nada más para sí misma, para sus intereses, para sus conveniencias sería una Iglesia que estaría viviendo en el egoísmo y que no estaría dando un testimonio de fe. Y un cristiano que nada más viva para sí mismo, para lo que a uno le interesa, para lo que uno busca, sería un cristiano que no está dando fruto.

Dios da la semilla, a nosotros nos toca sembrar. Dios nos ha dado nuestras cualidades, a nosotros nos toca desarrollarlas; Dios nos ha dado el corazón, el interés, la inteligencia, la voluntad, la libertad, la capacidad de amar; pero el amar o el no amar, el entregarnos o no entregarnos, el ser egoístas o ser generosos depende sola y únicamente de nosotros.

Es en la generosidad donde el hombre es feliz, y es en el egoísmo en donde el hombre es auténticamente desgraciado. Aunque a veces la generosidad nos cueste y nos sea difícil; aunque a veces el ser generosos signifique el sacrificarnos, es ahí donde vamos a ser felices, porque sólo da una espiga el grano de trigo que cae en la tierra y se pudre, se sacrifica, mientras que el grano de trigo que se guarda en un arcón acaba estropeándose, se lo acaban comiendo los animales o echándose a perder.

Cada uno de nosotros es un grano de trigo. Reflexionemos y preguntémonos: ¿Quiero echarme a perder o dar frutos? Y recordemos que sólo hay dos tipos de personas en esta vida: los que quieren echarse a perder y se guardan para sí mismos en el egoísmo; o los que entregándose, acaban por dar fruto.