jueves, 10 de noviembre de 2016

DE CORAZÓN DE PIEDRA A CORAZÓN DE CARNE


Golpes de la vida, traiciones, engaños, o simplemente el paso del tiempo, endurecen corazones, apagan entusiasmos, destruyen alegrías.
A veces por culpa de otros, muchas otras veces por nuestra propia culpa, hemos dejado que el corazón empiece a secarse. Entonces nos hacemos insensibles a las penas del amigo, a las necesidades de familiares, a los problemas de quienes viven cerca o lejos, a los sufrimientos de Jesús en el Calvario.
Caemos en esa dureza que nos lleva a juzgar, a condenar, a mirar con desprecio. Desconfiamos de los demás. Incluso al mirar al cielo, parece que tenemos para Dios más reproches que alabanzas.
Es entonces cuando necesitamos acercarnos al Corazón de Cristo. Un Corazón lleno de amor al Padre y a los hombres. Un Corazón que vino no por los justos, sino por los pecadores. Un Corazón que siente pena profunda al ver a tantos hombres y mujeres perdidos, abandonados, solos, como ovejas que deambulan sin pastor (cf. Mt 9,36).
Ese Corazón me enseñará a ver el mundo con ojos distintos. Quitará de mis ojos escamas de avaricia, y pondrá el brillo de la mirada luminosa de un niño que confía plenamente en su Padre. Quitará de mis arterias rencores que envenenan, y pondrá una sangre limpia y dispuesta a servir a los hermanos. Quitará de mi inteligencia cálculos retorcidos y egoístas, y me dará fuerzas para pensar en grande, con una mente como la del mismo Cristo.
Ese Corazón me invitará a ser manso y humilde (cf. Mt 11,29). Manso ante quienes, tal vez con intenciones buenas (sólo Dios sabe lo que hay dentro de cada uno) me hacen daño, me insultan, me desprecian. Manso ante quienes son vengativos y llenos de odios hacia los demás o hacia mí. Manso ante quienes provocan con violencia y pueden ser vencidos con el bálsamo del perdón y de la acogida benévola.
También me ayudará a ser humilde. Humilde para no desanimarme ante esas faltas que no llego a expulsar de mi alma. Humilde para no envidiar a quien va "delante" y parece vivir rodeados de triunfos, y para no despreciar a quien tal vez ha caído en un pecado que parece más grande que los míos. Humilde para reconocer que todos los dones vienen de Dios, que por mí mismo no puedo dar un solo paso en el camino de la gracia. Humilde para acudir, las veces que haga falta, al sacramento de la confesión, con lágrimas sinceras y con la confianza del hijo que busca a quien vino no para juzgar, sino para salvar (cf. Jn 12,47).
Entonces será posible el milagro: dejaré que Jesús extirpe de mis entrañas ese corazón duro, de piedra, para darme un corazón de carne (cf. Ez 11,19; 36,26); un corazón revestido "de entrañas de misericordia, de bondad, humildad, mansedumbre, paciencia" (Col 3,12). Un corazón nuevo, que confía como un niño en el amor constante del Padre, que se deja levantar como oveja rescatada por el Hijo, que se inflama de gratitud y de esperanza en el Espíritu.
Ese amor que se vuelve vital en cada rostro que vemos y acompañamos, un rostro carcomido de tantos sufrimientos cotidianos que frente al rostro de Dios se vuelve luz, se transfigura, porque el encuentro cara a cara con Dios (Ex 33,11); hace en ti una mujer y un hombre nuevo, llenos de esperanza y fortaleza, llenos de sabiduría y buen consejo, llenos del santo temor de Dios y sobretodo de amor misericordioso.
A cada instante podemos pedir sin dudar cual fuera la intención de nuestra petición, que desde la infinita delicadeza de Dios para con sus hijos, él nos brinda y dota de innumerables dones, cualidades y destrezas, que hacen de cada uno un ser humano autentico.
Tener un corazón puro, simboliza estar en gracia de Dios (Sal 24, 3-5), saberse libre de prejuicios, libre de egoísmos, libre de soledades, libre de injusticias, libre de hipocresías, libre de todo lo que nos aleja de Dios, solo así podremos decir con certeza lucida, gracias Dios por concederme un corazón de carne, antes que uno de piedra.

Gabriel Flores L.
Riobamba – Ecuador

2016

domingo, 20 de abril de 2014

CONCEPTO DE PASTORAL JUVENIL


La expresión Pastoral Juvenil se utiliza comúnmente para referirse a distintos contenidos y realidades. Algunas veces, distinguen al proceso mismo de educación en la fe que realiza la iglesia para la evangelización de los jóvenes; otras, se aplica al conjunto de jóvenes integrados en esos procesos y otras, señala el conjunto de estructuras y organismos que, en los diferentes niveles, hacen posible este proceso pastoral. Tal diversidad muestra las variadas perspectivas desde donde se puede abordar el esfuerzo evangelizador que realiza la iglesia en el mundo juvenil. Aunque complementarias, son por lo tanto, necesariamente incompletas.

 La Pastoral Juvenil es la acción organizada de la Iglesia para acompañar a los jóvenes a descubrir, seguir y comprometerse con Jesucristo y su mensaje para que, transformados en hombres nuevos, e integrando su fe y su vida, se conviertan en protagonistas de la construcción de la Civilización del Amor.

Esta acción evangelizadora de la iglesia con los jóvenes ha tenido diversas concreciones históricas. Las experiencias realizadas en el continente en los últimos años, han configurado un modelo de pastoral Juvenil Latinoamericana que aquí se describe muy brevemente y cuyas características peculiares se desarrollan luego al analizar más detenidamente las opciones pedagógicas y metodológicas.
“Evangelizar no es para nadie un acto individual y aislado, sino un acto profundamente eclesial”. La evangelización de los jóvenes es pues, un desafió para toda la iglesia. No puede considerarse sólo como una cosa de los jóvenes. Toda ella se compromete para que, con su apoyo y orientación, los jóvenes puedan crecer y desarrollarse como personas; pueden conocer a Jesús, aceptarlo, seguirlo e integrarse en la comunidad eclesial y puedan ser promotores  y gestores del cambio en América Latina. Es una apuesta para que, desde ellos y con ellos se puedan ir construyendo la Civilización del Amor.
Así la Pastoral Juvenil es la expresión concreta de la misión pastoral de la comunidad eclesial en relación a la evangelización de los jóvenes, que será también  buena noticia para la iglesia y propuesta de transformación  para las personas  y para la sociedad.

CARACTERÍSTICAS DE LA PASTORAL JUVENIL

Como propuesta e invitación, la evangelización no puede estar al margen del momento histórico y de la situación real que vive sus destinatarios. El punto de partida de la Pastoral Juvenil es el propio joven, asumido en su realidad personal, cultura y social. La Pastoral Juvenil no inventa a los jóvenes: en el nombre de Jesús los encuentra como son y donde están. . .

La acción evangelizadora no se realiza por medio de acciones aisladas, sino a través de un proceso, es decir, de un conjunto de dinamismo que llevan al joven a abrirse, a buscar respuesta a sus inquietudes, a valorar lo que construye su persona, a madurar motivaciones personales profundas y a concretar su proyecto de vida y su opción vocacional.

Este proceso evangelizador se vive de forma participativa en pequeños en la que los jóvenes comparten fe y vida, alegría y tristezas, reflexión y acción, ilusiones y preocupaciones, la oración, la fiesta, las inquietudes, todo lo que son y quieren ser, lo que viven, lo que creen, lo que sienten, lo que esperan. Es la pequeña comunidad de Jerusalén, que reunió a los primeros  discípulos de Señor.

Este proceso, tiene un lugar privilegiado la presentación atractiva y motivadora de Jesucristo “camino, verdad y vida” (Jn. 14,6) como respuesta a sus ansias de realización personal y a su búsqueda de sentido de la vida.  En el encuentro con Jesús vivo, los jóvenes se evangelizan, es decir, descubren, viven, testimonian y anuncian su estilo de vida y aprenden a ver la realidad y los hechos de todos los hombres como hijos  y a los hombres entre sí como hermanos. En esta experiencia, encuentran el llamado a una manera de ser, de pensar, de actuar, de vivir y de amar; a un orden nuevo, a una renovada comprensión del hombre, del mundo y de la historia.

    El estilo de vida de Jesús se hace estilo de vida de los Jóvenes. Su seguimiento se convierte en un discipulado y en una misión de entrega y entrega para hacer realidad la Civilización del Amor. Es el llamado de unos jóvenes a otros jóvenes, a través del anuncio y del testimonio, para servir  a la vida; alentarla, cuidarla y respetarla; defenderla y organizarla en formas de convivencia que sean praxis de verdad,  justicia, paz y amor que hagan presente a Dios como “Padre de todos” es vivir en comunión y participación; es ir realizando la libertad integral del hombre y de la sociedad; es vivir el trabajo, el estudio, la profesión, la vida entera con vocación de servicio comunitario y solidario.

El proceso se realiza desde los jóvenes y con los jóvenes. Ellos son punto de partida y sujetos activos de su propio proceso y están llamados a ser los primeros e inmediatos evangelizadores de los otros jóvenes. Este protagonismo es el elemento fundamental de la pedagogía, de la metodología y de la organización de la Pastoral Juvenil.

Desde la pluralidad de realidades juveniles es necesario plantear una pastoral diferenciada que tenga en cuenta y responda a las diversas situaciones y actitudes de los jóvenes frente al a fe y frente a la vida. Aunque haya diversidad de acciones, habrá siempre un mismo punto de partida, la situación del joven y un mismo punto de llegada, su maduración personal, su adhesión a Jesucristo, su participación en la iglesia, su compromiso con la Civilización de la Vida.

La preocupación evangelizadora no se dirige sólo a los jóvenes que se integran a los grupos o a los que participan establemente en  comunidades u otras organizaciones eclesiales. Con sentido misionero, llega a la gran masa juvenil que no se acerca a los ambientes eclesiales y que no ha recibido todavía el anuncio liberador de Jesucristo

La comunidad eclesial acompaña a los jóvenes especialmente a través de asesores adecuadamente formados, que los quieran de verdad, que estén en actitud de escucha, comprensión y cercanía y que conozcan suficientemente las características pedagógicas y metodológicas del proceso de Pastoral Juvenil. Esta actitud pastoral liberadora, personaliza a los jóvenes y los hace responsables de su proceso y de su propia existencia.

    Para cumplir su misión, la Pastoral Juvenil se organiza de manera participativa a través de coordinadores que se dan en los diferentes niveles. A través de ellas, los jóvenes se educan en la comunión y en la participación, crecen como personas, se van integrando activamente a la vida de la iglesia, generan propuestas nuevas para la sociedad y se sienten realmente protagonistas. Estas instancias sólo pueden ser entendidas y vividas desde una actitud de correspondencia y servicio a los demás jóvenes y a los grupos.

Manteniendo la memoria histórica, recuperando sus conquistas y corrigiendo sus errores, la Pastoral Juvenil continúa profundizando su propio proceso y sistematizándolo para ofrecerlo como servicio a quienes se integran a su caminar.


Tomado de Pastoral Juvenil Coyuca.

EL PAN QUEMADO

Después de un largo y duro día en el trabajo, mi mamá puso un plato de salchichas y pan tostado muy quemado frente a mi papá.
Recuerdo estar esperando ver si alguien lo notaba.
Sin embargo, aunque mi padre lo notó, alcanzó un pan tostado, sonrió a mi madre y me preguntó cómo me había ido en la escuela.
No recuerdo lo que le contesté, pero sí recuerdo verlo untándole mantequilla y mermelada al pan tostado y comérselo todo.
Cuando me levanté de la mesa esa noche, recuerdo haber oído a mi madre pedir disculpas a mi padre por los panes tostados muy quemados.
Nunca voy a olvidar lo que le dijo: "Cariño no te preocupes, a veces me gustan los panes tostados bien quemados."
Más tarde esa noche, fui a dar el beso de las buenas noches a mi padre y le pregunté si a él le gustaban los panes tostados bien quemados.
Él me abrazó y me dijo estas reflexiones:"tu mamá tuvo un día muy duro en el trabajo, está muy cansada y además - un pan tostado un poco quemado no le hace daño a nadie".
La vida está llena de cosas imperfectas y gente imperfecta.
Aprender a aceptar los defectos y decidir celebrar cada una de las diferencias de los demás, es una de las cosas más importantes para crear una relación sana y duradera.
Un pan tostado quemado no debe romper un corazón.
La comprensión y la tolerancia es la base de cualquier buena relación.
Sé más amable de lo que tú creas necesario, porque todas las personas, en éste momento, están librando algún tipo de batalla.
Todos tenemos problemas y todos estamos aprendiendo a vivir y lo más probable es que no nos alcance la vida para aprender lo necesario.
El camino a la felicidad no es recto. Existen curvas llamadas EQUIVOCACIONES, existen semáforos llamados AMIGOS, luces de precaución llamadas FAMILIA, y todo se logra si tienes una rueda de repuesto llamada DECISIÓN, un potente motor llamado AMOR, un buen seguro llamado FE, y abundante combustible llamado PACIENCIA.

viernes, 18 de abril de 2014

CADA UNO DE NOSOTROS ES UN GRANO DE TRIGO


Podremos hacer muchas cosas o tener grandes posesiones, pero nunca debemos perder de vista que lo importante es el bien que hacemos a los demás. Ésa tiene que acabar siendo nuestra más importante y auténtica riqueza.

Dios ama al que da con alegría, y en el Evangelio escuchábamos una parábola de nuestro Señor sobre este darse. Darse significa que, como el grano de trigo, uno tiene que caer en la tierra y pudrirse para dar fruto. Es imposible darse con comodidad, es imposible darse sin que nos cueste nada. Al contrario, el entregarse verdaderamente a los demás y el ayudar a los demás siempre nos va a costar.

Vivimos en un mundo de muchas comodidades, y no sé si nosotros seríamos capaces de resistir el sufrimiento, cuando cosas tan pequeñas, tan insignificantes, a veces nos resultan tan dolorosas. La fe nos pide ser testigos de Cristo en la vida diaria, en la caridad diaria, en el esfuerzo diario, en la comprensión diaria, en la lucha diaria por ayudar a los demás, por hacer que los demás se sientan más a gusto, más tranquilos, más felices. Ahí es donde está, para todos nosotros, el modo de ser testigos de Cristo.

Tenemos que entregarnos auténticamente, entregarnos con más fidelidad, entregarnos con un corazón muy disponible a los demás. Cada uno tiene que saber cuál es el modo concreto de entregarse a los demás. ¿Cómo puedo yo entregarme a los demás? ¿Qué significa darme los demás?

Ciertamente, para todos nosotros, lo que va a significar es renunciar a nuestro egoísmo, renunciar a nuestras flojeras, renunciar a todas esas situaciones en las que podemos estar buscándonos a nosotros mismos.

Jesucristo nos dice en el Evangelio que todo aquél que se busca a sí mismo, acabará perdiéndose, porque acaba quedándose nada más con el propio egoísmo. La riqueza de la Iglesia es su capacidad de entrega, su capacidad de amor, su capacidad de vivir en caridad. Una Iglesia que viviese nada más para sí misma, para sus intereses, para sus conveniencias sería una Iglesia que estaría viviendo en el egoísmo y que no estaría dando un testimonio de fe. Y un cristiano que nada más viva para sí mismo, para lo que a uno le interesa, para lo que uno busca, sería un cristiano que no está dando fruto.

Dios da la semilla, a nosotros nos toca sembrar. Dios nos ha dado nuestras cualidades, a nosotros nos toca desarrollarlas; Dios nos ha dado el corazón, el interés, la inteligencia, la voluntad, la libertad, la capacidad de amar; pero el amar o el no amar, el entregarnos o no entregarnos, el ser egoístas o ser generosos depende sola y únicamente de nosotros.

Es en la generosidad donde el hombre es feliz, y es en el egoísmo en donde el hombre es auténticamente desgraciado. Aunque a veces la generosidad nos cueste y nos sea difícil; aunque a veces el ser generosos signifique el sacrificarnos, es ahí donde vamos a ser felices, porque sólo da una espiga el grano de trigo que cae en la tierra y se pudre, se sacrifica, mientras que el grano de trigo que se guarda en un arcón acaba estropeándose, se lo acaban comiendo los animales o echándose a perder.

Cada uno de nosotros es un grano de trigo. Reflexionemos y preguntémonos: ¿Quiero echarme a perder o dar frutos? Y recordemos que sólo hay dos tipos de personas en esta vida: los que quieren echarse a perder y se guardan para sí mismos en el egoísmo; o los que entregándose, acaban por dar fruto.



martes, 6 de agosto de 2013

PALABRAS DEL SANTO PADRE FRANCISCO

ENCUENTRO CON LOS JÓVENES ARGENTINOS EN LA CATEDRAL DE SAN SEBASTIÁN

Jueves 25 de julio de 2013

Gracias.. Gracias.. por estar hoy aquí, por haber venido… Gracias a los que están adentro y muchas gracias a los que están afuera. A los 30 mil, que me dicen que hay afuera. Desde acá los saludo; están bajo la lluvia... Gracias por el gesto de acercarse... Gracias por haber venido a la Jornada de la Juventud. Yo le sugerí al doctor Gasbarri, que es el que maneja, el que organiza el viaje, si hubiera un lugarcito para encontrarme con ustedes, y en medio día tenía arreglado todo. Así que también le quiero agradecer públicamente al doctor Gasbarri esto que ha logrado hoy.

Quisiera decir una cosa: ¿qué es lo que espero como consecuencia de la Jornada de la Juventud? Espero lío. Que acá adentro va a haber lío, va a haber. Que acá en Río va a haber lío, va a haber. Pero quiero lío en las diócesis, quiero que se salga afuera… Quiero que la Iglesia salga a la calle, quiero que nos defendamos de todo lo que sea mundanidad, de lo que sea instalación, de lo que sea comodidad, de lo que sea clericalismo, de lo que sea estar encerrados en nosotros mismos.
Las parroquias, los colegios, las instituciones son para salir; si no salen se convierten en una ONG, y la Iglesia no puede ser una ONG. Que me perdonen los Obispos y los curas, si algunos después le arman lío a ustedes, pero.. Es el consejo. Y gracias por lo que puedan hacer.

Miren, yo pienso que, en este momento, esta civilización mundial se pasó de rosca, se pasó de rosca, porque es tal el culto que ha hecho al dios dinero, que estamos presenciando una filosofía y una praxis de exclusión de los dos polos de la vida que son las promesas de los pueblos. Exclusión de los ancianos, por supuesto, porque uno podría pensar que podría haber una especie de eutanasia escondida; es decir, no se cuida a los ancianos; pero también está la eutanasia cultural: no se les deja hablar, no se les deja actuar. Y exclusión de los jóvenes. 

El porcentaje que hay de jóvenes sin trabajo, sin empleo, es muy alto, y es una generación que no tiene la experiencia de la dignidad ganada por el trabajo. O sea, esta civilización nos ha llevado a excluir las dos puntas, que son el futuro nuestro. Entonces, los jóvenes: tienen que salir, tienen que hacerse valer; los jóvenes tienen que salir a luchar por los valores, a luchar por esos valores; y los viejos abran la boca, los ancianos abran la boca y enséñennos; transmítamos la sabiduría de los pueblos. 

En el pueblo argentino, yo se los pido de corazón a los ancianos: no claudiquen de ser la reserva cultural de nuestro pueblo que trasmite la justicia, que trasmite la historia, que trasmite los valores, que trasmite la memoria del pueblo. Y ustedes, por favor, no se metan contra los viejos; déjenlos hablar, escúchenlos, y lleven adelante. Pero sepan, sepan que, en este momento, ustedes, los jóvenes, y los ancianos, están condenados al mismo destino: exclusión; no se dejen excluir. ¿Está claro? Por eso, creo que tienen que trabajar. Y la fe en Jesucristo no es broma, es algo muy serio. Es un escándalo que Dios haya venido a hacerse uno de nosotros; es un escándalo, y que haya muerto en la Cruz, es un escándalo: El escándalo de la Cruz. La Cruz sigue siendo escándalo, pero es el único camino seguro: el de la Cruz, el de Jesús, la encarnación de Jesús. 

Por favor, no licuen la fe en Jesucristo. Hay licuado de naranja, hay licuado de manzana, hay licuado de banana, pero, por favor, no tomen licuado de fe. La fe es entera, no se licua. Es la fe en Jesús. Es la fe en el Hijo de Dios hecho hombre, que me amó y murió por mí. Entonces: Hagan lío; cuiden los extremos del pueblo, que son los ancianos y los jóvenes; no se dejen excluir, y que no excluyan a los ancianos. Segundo: no licuen la fe en Jesucristo. 

Las bienaventuranzas. ¿Qué tenemos que hacer, Padre? Mira, lee las bienaventuranzas que te van a venir bien. Y si querés saber qué cosa práctica tenés que hacer, lee Mateo 25, que es el protocolo con el cual nos van a juzgar. Con esas dos cosas tienen el programa de acción: Las bienaventuranzas y Mateo 25. No necesitan leer otra cosa. 

Se lo pido de corazón. Bueno, les agradezco ya esta cercanía. Me da pena que estén enjaulados. Pero, les digo una cosa: Yo, por momentos, siento: ¡Qué feo que es estar enjaulados! Se lo confieso de corazón… Pero, veremos… Los comprendo. Y me hubiera gustado estar más cerca de ustedes, pero comprendo que, por razón de orden, no se puede. 

Gracias por acercarse; gracias por rezar por mí; se lo pido de corazón, necesito, necesito de la oración de ustedes, necesito mucho. Gracias por eso… Y, bueno, les voy a dar la Bendición y después vamos a bendecir la imagen de la Virgen, que va a recorrer toda la República… y la cruz de San Francisco, que van a recorrer ‘misionariamente’. Pero no se olviden: Hagan lío; cuiden los dos extremos de la vida, los dos extremos de la historia de los pueblos, que son los ancianos y los jóvenes, y no licuen la fe.

Y ahora vamos a rezar, para bendecir la imagen de la Virgen y darles después la bendición a ustedes.
Nos ponemos de pie para la Bendición, pero, antes, quiero agradecer lo que dijo Mons. Arancedo, que de puro maleducado no se lo agradecí. Así que gracias por tus palabras.

Oración:
En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo.
Dios te salve, María, llena eres de gracia….
Señor, Tú dejaste en medio de nosotros a tu Madre, para que nos acompañara. Que Ella nos cuide, nos proteja en nuestro camino, en nuestro corazón, en nuestra fe. Que Ella nos haga discípulos, como lo fue Ella, y misioneros, como también lo fue Ella. Que nos enseñe a salir a la calle, que nos enseñe a salir de nosotros mismos.


martes, 9 de julio de 2013

En vacaciones...la vida interior... ¿qué?

Sería interesante preguntarnos si la vida interior puede o debe tener vacaciones.

Primero partiremos de lo que significa o encierra la palabra: vacación.

Vacación es la suspensión del trabajo o del estudio durante algún tiempo y este tiempo de asueto, descanso y recreo que siempre ha sido sumamente necesario para el hombre, lo es mucho más para el hombre de nuestros días. Y al decir el hombre nos referimos también a la mujer y a los pequeños y grandes estudiantes que llevan un tiempo largo y sostenido en sus quehaceres y trabajos.

El periodo de vacaciones es muy saludable para la mente y para el cuerpo pues la rutina y el esfuerzo de la vida diaria pueden llegar a sumirnos en el estrés y por lo tanto al menor rendimiento de nuestras capacidades. Todo esto lo sabemos y está muy bien hasta ahí, pero.. ¿y la vida interior... el espíritu?

Decididamente es otra parte de la que sabemos se compone el hombre y no puede entrar en vacaciones. El enemigo acecha, siempre está alerta... él no tiene vacaciones. 

Darle vacaciones a nuestra vida interior sería empezar a perder terreno en la batalla del bien contra el mal.

Nuestro espíritu se nutre de la oración, de la meditación, de la cercanía de los Sacramentos y de la presencia de Dios.

Estamos de acuerdo que el cambio en nuestro modo de vivir por vacaciones hará un poco distinto lo habitual pero hemos de procurar dar en todo momento un lugar preponderante a esta parte íntima de nuestro ser.

Hemos de acrecentar el deseo de orar, de elevar nuestra alma al Creador al contemplar una puesta de sol, quizá el mar, quizá la montaña. ¿Quién no puede encontrar, si quiere, un momento para darle gracias a Dios por el lindo día de campo, de viaje, de museos, de alegre diversión, de descanso, de encuentro con amigos o familiares distantes y pedirle nos siga bendiciendo y aumentando nuestra fe, en el siguiente día?

¿Quién no puede, si se lo propone, cumplir con el precepto de la Misa los domingos y tratar de buscar la palabra adecuada, la semilla buena, dejada caer como al azar, para que más tarde germine en el alma de quien tuvimos la ocasión de tratar en un viaje, o en una reunión?

Las vacaciones de nuestro espíritu son un mayor acercamiento a Dios. Ahí se robustece, ahí cobra mayor vigor.

No olvidemos, porque estamos de vacaciones, todo el esfuerzo que hicimos para mejorar día con día cuando estábamos en tiempo de trabajo, por el contrario, empeñemos en obtener, donde quiera que estemos, un mejoramiento y superación en nuestra vida interior y el recuerdo de, que por donde pasamos, intentamos dejar una huella de luz para los demás.