La
expresión Pastoral Juvenil se utiliza comúnmente para referirse a
distintos contenidos y realidades. Algunas veces, distinguen al proceso mismo
de educación en la fe que realiza la iglesia para la evangelización de los jóvenes;
otras, se aplica al conjunto de jóvenes integrados en esos procesos y otras,
señala el conjunto de estructuras y organismos que, en los diferentes niveles,
hacen posible este proceso pastoral. Tal diversidad muestra las variadas
perspectivas desde donde se puede abordar el esfuerzo evangelizador que realiza
la iglesia en el mundo juvenil. Aunque complementarias, son por lo tanto,
necesariamente incompletas.
Esta acción evangelizadora de la iglesia con los jóvenes ha tenido diversas
concreciones históricas. Las experiencias realizadas en el continente en los
últimos años, han configurado un modelo de pastoral Juvenil
Latinoamericana que aquí se describe muy brevemente y cuyas características
peculiares se desarrollan luego al analizar más detenidamente las opciones
pedagógicas y metodológicas.
“Evangelizar no es para nadie un acto individual y aislado, sino un acto
profundamente eclesial”. La evangelización de los jóvenes es pues, un desafió
para toda la iglesia. No puede considerarse sólo como una cosa de los jóvenes.
Toda ella se compromete para que, con su apoyo y orientación, los jóvenes
puedan crecer y desarrollarse como personas; pueden conocer a Jesús, aceptarlo,
seguirlo e integrarse en la comunidad eclesial y puedan ser promotores y
gestores del cambio en América Latina. Es una apuesta para que, desde ellos y
con ellos se puedan ir construyendo la Civilización del Amor.
Así la Pastoral
Juvenil es la expresión concreta de la misión pastoral de la
comunidad eclesial en relación a la evangelización de los jóvenes, que será
también buena noticia para la iglesia y propuesta de transformación
para las personas y para la sociedad.
CARACTERÍSTICAS DE LA PASTORAL JUVENIL
Como propuesta e invitación, la evangelización no puede estar al margen
del momento histórico y de la situación real que vive sus destinatarios. El
punto de partida de la
Pastoral Juvenil es el propio joven, asumido en su realidad
personal, cultura y social. La Pastoral Juvenil no inventa a los jóvenes:
en el nombre de Jesús los encuentra como son y donde están. . .
La
acción evangelizadora no se realiza por medio de acciones aisladas, sino a
través de un proceso, es decir, de un conjunto de dinamismo que llevan al joven
a abrirse, a buscar respuesta a sus inquietudes, a valorar lo que construye su
persona, a madurar motivaciones personales profundas y a concretar su proyecto
de vida y su opción vocacional.
Este proceso evangelizador se vive de forma participativa en pequeños en la que los jóvenes comparten fe y vida, alegría y tristezas, reflexión y acción, ilusiones y preocupaciones, la oración, la fiesta, las inquietudes, todo lo que son y quieren ser, lo que viven, lo que creen, lo que sienten, lo que esperan. Es la pequeña comunidad de Jerusalén, que reunió a los primeros discípulos de Señor.
Este proceso, tiene un lugar privilegiado la presentación atractiva y
motivadora de Jesucristo “camino, verdad y vida” (Jn. 14,6) como
respuesta a sus ansias de realización personal y a su búsqueda de sentido de la
vida. En el encuentro con Jesús vivo, los jóvenes se evangelizan, es
decir, descubren, viven, testimonian y anuncian su estilo de vida y aprenden a
ver la realidad y los hechos de todos los hombres como hijos y a los
hombres entre sí como hermanos. En esta experiencia, encuentran el llamado a
una manera de ser, de pensar, de actuar, de vivir y de amar; a un orden nuevo,
a una renovada comprensión del hombre, del mundo y de la historia.
El
estilo de vida de Jesús se hace estilo de vida de los Jóvenes. Su
seguimiento se convierte en un discipulado y en una misión de entrega y entrega
para hacer realidad la
Civilización del Amor. Es el llamado de unos jóvenes a otros
jóvenes, a través del anuncio y del testimonio, para servir a la vida;
alentarla, cuidarla y respetarla; defenderla y organizarla en formas de
convivencia que sean praxis de verdad, justicia, paz y amor que hagan
presente a Dios como “Padre de todos” es vivir en comunión y participación; es
ir realizando la libertad integral del hombre y de la sociedad; es vivir el
trabajo, el estudio, la profesión, la vida entera con vocación de servicio
comunitario y solidario.
El proceso se realiza desde los jóvenes y con los jóvenes. Ellos
son punto de partida y sujetos activos de su propio proceso y están
llamados a ser los primeros e inmediatos evangelizadores de los otros jóvenes.
Este protagonismo es el elemento fundamental de la pedagogía, de la metodología
y de la organización de la
Pastoral Juvenil.
Desde
la pluralidad de realidades juveniles es necesario plantear una pastoral
diferenciada que tenga en cuenta y responda a las diversas situaciones y
actitudes de los jóvenes frente al a fe y frente a la vida. Aunque haya
diversidad de acciones, habrá siempre un mismo punto de partida, la situación
del joven y un mismo punto de llegada, su maduración personal, su adhesión a
Jesucristo, su participación en la iglesia, su compromiso con la Civilización de la Vida.
La
preocupación evangelizadora no se dirige sólo a los jóvenes que se integran a
los grupos o a los que participan establemente en comunidades u otras
organizaciones eclesiales. Con sentido misionero, llega a la gran masa juvenil
que no se acerca a los ambientes eclesiales y que no ha recibido todavía el
anuncio liberador de Jesucristo
La comunidad eclesial acompaña a los jóvenes especialmente a través de asesores
adecuadamente formados, que los quieran de verdad, que estén en actitud de
escucha, comprensión y cercanía y que conozcan suficientemente las
características pedagógicas y metodológicas del proceso de Pastoral Juvenil.
Esta actitud pastoral liberadora, personaliza a los jóvenes y los hace responsables
de su proceso y de su propia existencia.
Para cumplir su misión, la
Pastoral Juvenil se organiza de manera participativa a través
de coordinadores que se dan en los diferentes niveles. A través de ellas, los
jóvenes se educan en la comunión y en la participación, crecen como personas,
se van integrando activamente a la vida de la iglesia, generan propuestas
nuevas para la sociedad y se sienten realmente protagonistas. Estas instancias
sólo pueden ser entendidas y vividas desde una actitud de correspondencia y
servicio a los demás jóvenes y a los grupos.
Manteniendo la memoria histórica, recuperando sus conquistas y corrigiendo sus errores,
Tomado de Pastoral Juvenil Coyuca.